En el Perú comemos tiburones todos los días. Aunque ignoremos que estos depredadores habitan el mar peruano, lejos de ser las feroces criaturas de las cintas de terror, los tiburones están amenazados por la sobrepesca. Especies como el tiburón diamante, el martillo o el azul, se venden en terminales pesqueros y mercados como tollo. Incluso crías de tiburón martillo extraídas del vientre materno son ofertadas como el popular tollo de leche, especie apreciada por su carne blanca.
Según el Instituto del Mar Peruano (IMARPE), 32 de las 68 especies de tiburones que existen en el Perú tienen valor comercial. El tiburón azul, diamante, martillo y el tollo común representan más de la mitad de las capturas, cuyos desembarques se dan principalmente en Paita, San José en Lambayeque y Chimbote.
“Entre 1950 y el 2010 se desembarcó un promedio anual de 6 mil toneladas de tiburones en la costa peruana”
Aunque existe un Plan de Acción Nacional para la Conservación y Ordenamiento de tiburones, rayas y especies afines (PAN – Tiburón Perú), solo seis especies tienen talla mínima, mientras que el tiburón martillo es el único con un periodo de veda y regulaciones específicas para su pesca.
“Al contrario de lo que se imagina, son especialmente vulnerables a la sobrepesca, tardan varios años en madurar y reproducirse y, cuando lo hacen,tienen pocas crías”, afirma al respecto Juan Carlos Riveros, Director Científico de Oceana en Perú.
- Aleteo, matanza masiva
La sopa de aleta de tiburón, un plato tradicional en Asia y símbolo de estatus, puede costar hasta $150, lo que ha desencadenado el incremento del aleteo o cercenamiento de aletas, por lo que mueren 73 millones especímenes en promedio cada año.
“El aleteo es una práctica inútil y dañina, donde solo entre 5% a 8% del cuerpo del tiburón es empleado, puesto que tras cortar las aletas, los cuerpos son arrojados al mar para morir”, añade Riveros.
Actualmente, el Ministerio de la Producción (PRODUCE) trabaja en medidas para su conservación. Como el proyecto de Decreto Supremo que establece las “Medidas de Ordenamiento para la pesquería del tiburón”, el cual prohíbe desembarcar aletas sueltas, establece puntos de desembarque y obliga a contar con un certificado de desembarque.
Estas medidas deberían aplicarse tanto a la flota nacional como la extranjera e ir acompañadas de un sistema de manejo más completo. Así, se debe contar con información sobre el número de embarcaciones, especies extraídas, volúmenes de extracción, entre otras, datos que deben ser de acceso público, requisito indispensable para un buen manejo pesquero que garantice la sostenibilidad de esta actividad clave para la pesca artesanal.
- Impactos y oportunidades
Como principales depredadores, los tiburones ayudan a mantener el equilibrio y la biodiversidad en los ecosistemas marinos. Al estar en el tope de la cadena alimenticia su desaparición tiene un efecto cascada en otros recursos marinos, pues las especies que se encuentran bajo ellos aumentan exponencialmente y por consiguiente se reduce el número de sus presas.
Su reducción altera los ecosistemas e impacta en otras pesquerías comerciales. Por ejemplo, la disminución de los tiburones de puntas negras en el oeste del Océano Atlántico en 1990, incrementó la población de mantarrayas nariz de vaca, lo que afectó notablemente a la pesquería de los moluscos.
Los tiburones existen hace más de 400 millones de años, hoy en día un tercio de ellos están amenazados de extinción. Los tiburones también influyen la economía a través del ecoturismo. Un estudio de la Universidad de Columbia afirma que el avistamiento de tiburones genera más de 314 millones de dólares al año y que podría aumentar en la próxima década.
*Artículo publicado en la Revista Velaverde el 11 de octubre del 2016